OÍR Y ESCUCHAR
Se nos ha marcado la significancia entre oír y escuchar. La primera es la sensación auditiva que percibe los sonidos, por ejemplo, vas por la calle y te llega la onda sonora de las voces de las personas, los motores de los vehículos, canto de aves, máquinas en funcionamiento, etc.
La segunda es segunda se enruta a prestar atención con detalle de lo que llega a nuestros oídos, procurando entender su esencia y su sentido.
Algo que nos puede ayudar a un poco mejor, es pensar cuando reproducimos música, algunos lo hacen mientras realizan su trabajo o labores habituales y otro es aquel que analiza las letras de las canciones o los diferentes sonidos que están involucrados en lo que está sonando.
También tenemos el ejemplo de las relaciones de pareja, donde muchas mujeres, en su mayoría se quejan no ser escuchadas por sus compañeros, quiere decir que tal vez él escuchó el sonido de sus palabras, asintió con la cabeza, pero no le prestó importancia y no lo guardó en su cabeza y ni siquiera lo analizó.
Escuchar va más asociado a la asimilación e interiorización del sentido o la intencionalidad de las palabras.
Podemos perder oportunidades valiosas al no tener una escucha activa, el retener y analizar la información, nos permite ser más analíticos, tener un mejor criterio, ampliar el conocimiento, ser más competentes y competitivos.
¿Cómo desarrollar la Escucha Activa?
Contrario a lo que podamos pensar la escucha activa se desarrolla y fortalece de la mano con otras habilidades, por ejemplo el escribir lo que se está escuchando, el releerlo en varias ocasiones puede generar aun más recordación de lo que alguna vez se escuchó.
Es por eso que se dice que la memoria más privilegiada se encuentra en la punta de un lápiz.
Se ha demostrado científicamente que cuando escribimos lo que estamos escuchando y que cuando lo hablamos o lo repetimos, el cerebro refresca y afirma la información, confirmándola y grabándola en la memoria.
Cuando se toman apuntes y lo escuchado se olvida aparentemente, si revisamos los escritos los conceptos pueden volver como por arte de magia, hay cosas que no se olvidan, sólo están bien archivadas, pero un recordatorio puede volverlas a la vida.
La lectura puede jugar un papel relevante en todo este proceso, cuando nos exponemos al ejercicio lector, eso agudiza nuestra capacidad de atención, nutre nuestro vocabulario y nos permite expresar mejor nuestras ideas.
Pregunte. Escuchar es parte de la comunicación y de la interacción, existe un proverbio que indica: «No hay preguntas tontas, sino tontos que no preguntan». Cuando interactuamos con alguien es necesario asegurarnos de haber recibido la información correctamente, por lo cual puede importante poder preguntar y que me afirmen o me nieguen si la información que tengo en mi cabeza, es la misma que mi interlocutor quiso transmitir. Puede existir la posibilidad que se haya entendido mal o el emisor de la información no la haya enviado clara y explícitamente.
Claves para clarificar y/o encontrar la información están en las preguntas: ¿Qué?, ¿Cuándo?, ¿Dónde? ¿Quién?, ¿Cómo?. ¿Donde?, ¿Por qué?, ¿Para qué?
Tenga en cuenta palabras claves. Subrayar en la mente palabras, lugares, personas, puede hacerte tener clara la información, pero también recordar la misma. Si al momento de recibir un mensaje en la mente hacemos un énfasis intencional en algo o en alguien, esto puede hacer que al momento de olvidar la información que se nos fue dada, podamos recuperarla con esos conectores de tiempo, persona o espacio.
Modifique sus hábitos. Lamentablemente el chip de nuestros países latinos es de poca escucha, escritura y lectura; por ello se hace necesario que de manera consciente forcemos nuestra habilidades para implementar en nuestras vidas aquellas cosas que no fueron enseñadas desde la niñez. Disciplinas como tomar apuntes, subrayarlos, leerlos posteriormente, fijarse una meta de lectura de libros por año, trazarse el propósito de cursar o aprender algo que nos apasione, pueden mejorar nuestra capacidad cognitiva y de comunicación.
Baje la información. Si nuestro lenguaje está enmarcado dentro lo técnico de una disciplina o área específica y debe transmitirla, es necesario asegurarse que quienes la reciban la hayan asimilado. Existen personas que poseen grandes conocimientos, pero experimentan una gran limitante al no saber cómo transmitirla o «bajarla» en lenguaje entendible a los auditorios.
Poder ejemplificar con ejercicios diarios, simples o cotidianos aquellas cosas que están inundadas de tecnicismos, mejora la escucha y la comprensión, alguien que no transmita correctamente lo que comunica, corre el riesgo de no querer ser escuchado.
Es recomendable hacer una auto evaluación de lo expuesto anteriormente para ser mejores transmisores y receptores de información.
Hace algún tiempo hicimos un programa sobre este tema, escúchalo y aprende aún más.