FORASTEROS
Es innegable que vivimos en días competitivos, donde siempre se quiere tener un poco más, en los que ocasiones algunos nada es suficiente y siempre se necesita algo más. La sociedad de consumo nos impulsa a adquirir, a hipotecar las finanzas y el futuro por adquirir.
El libro de los orígenes, el Génesis tiene un relato fascinante en el capítulo 26, que cautiva la atención, nos muestra como un hombre que tiene problemas, es rechazado, encuentra la salida a muchas de sus vicisitudes y adquiere lo que muchos anhelarían alcanzar.
En esta ocasión nuestro protagonista es un hombre llamado Isaac, su nombre traduce: Risa, ha conformado una familia y va camino a esa búsqueda de enrutarse, de echar raíces en algún lugar y tener tranquilidad.
Aunque es un hombre de trabajo, no siempre todo le sale bien, en el antiguo oriente el poder encontrar agua y hacerla llegar a las viviendas era una necesidad primaria y una gran necesidad. Tanto que al hacerlo muchos podrían intentar robar el agua por la gran necesidad.
Probablemente en ocasiones nos estrellemos con la realidad que al parecer nada es suficiente, trabajamos, nos esforzamos, pero parece que el ritmo de vida va más rápido, los recursos no son suficientes, el dinero no llega a suplir lo básico, cuando parece que estamos a punto de lograr algo, una mano invisible nos eleva una vara imaginaria y nos damos cuenta que nuevamente no alcanzamos a llegar.
Esto produce frustraciones muy fuertes que se agolpan en el alma y abruman nuestra vida, reducen nuestro gozo y nuestras expectativas y no sabemos hacia dónde ir o qué es lo que debemos hacer.
En esa misma etapa se encuentra nuestro amigo Isaac, pero Dios le fue cambiando la temporada hasta que llegó a un estado interesante que seguramente también puede llamar nuestra atención.
Génesis 26 inicia indicando que había hambre en la tierra, es igual en estos tiempos, el hambre es necesidad, carencia, escasez; y la hay en muchos tópicos de la vida, en los sentimientos, finanzas, realizaciones, aceptación, reconocimiento, valores, familia y una lista muy larga de enunciar en detalle. Vivimos en una constante insatisfacción.
Algo que debemos acotar es que nuestro protagonista se encontraba en el lugar correcto, era una tierra que Dios le había prometido a su padre y ahora a él, aunque curiosamente lo único que les pertenecía era un parque cementerio para enterrar a sus difuntos.
Y esto nos arroja una gran verdad: aunque estés en el lugar correcto, eso no indica la ausencia de dificultades, retos y momentos difíciles. Puede ser que en la generalidad estés haciendo todo de la mejor manera posible, trabajes con honestidad, busques la integridad, pero aún así tendrás momentos donde te falta algo.
El hambre es más normal de lo que pensamos, siempre hay algo que escasea en todas las épocas de la historia habrá necesidad de algo, tal vez esa necesidad irá mutando, pero siempre existe algo que genera necesidad.
Curiosamente en la generación del padre de Isaac, su padre en un momento de necesidad descendió a Egipto, se movió del lugar en el que debía permanecer, ese movimiento le generó algunas dificultades en el largo plazo, es por ello que una de las advertencias de Dios para el protagonista de nuestra historia, es no vayas a donde tu padre fue.
Cuidado: Somos imitadores por naturaleza, aun de lo incorrecto.
Por ello debemos hacer un esfuerzo que nos permita revisar qué aspectos no positivos de nuestra vida han sido aprehendidos de nuestros padres o de la cultura en la cual fuimos formados. Siempre es bueno preguntarnos dónde adquirimos esa amargura, es prudente hacer un alto en el camino y revisar si el negativismo crónico no lo pegó alguien sin darnos cuenta.
Replicamos lo que vemos y a veces nos apegamos tanto a ello, porque así fui formado, así me lo enseñaron, así lo viví, en ocasiones independientemente de si funcionaba o no, si era correcto o no. Es más fácil que el que fue criado con violencia intrafamiliar la replique de adulto en su casa y no es una práctica correcta.
Es importante respetar y honrar a nuestros padres, pero en un acto consciente, se hace necesario desechar aquellas cosas que fueron nuestro ejemplo y que nos minan a hacer lo correcto.
¿Por qué pretendemos que la queja mejora las situaciones? (aunque por lo general el lenguaje quejambroso empeora más que solucionar), porque así lo vivimos en alguna etapa de nuestra vida.
¿Quién nos enseñó que las normas se deben aplicar para todos menos para mí? Nos molesta ver al que no acata lo establecido y máxime cuando eso nos puede afectar en alguna medida, pero estamos plagados de personas que para ellos las reglas deben ser más flexibles o no existir.
En línea con Génesis capítulo 26, esas mentalidades heredadas y/o aprendidas son las que debemos rechazar.
Es decir que cuando Dios se te cruza en el camino, es para enseñarte que puedes hacer algo mejor que lo que te enseñaron los que fueron antes de ti.
No repitas la indiferencia para con Dios, no repliques la mentalidad de pobreza y miseria, no abraces el lenguaje de la queja constante, no imites la cultura de la trampa, no repliques el aprovecharte del que no sabe o no puede defenderse, ten cuidado de no replicar los hábitos de pereza que estancaron a otras generaciones. Eso es lo que significa: Isaac, no desciendas a Egipto como lo hizo tu padre.
La carencia de lo que podamos imaginar es una realidad, pero si buscas solucionarla de la manera incorrecta aumentarás tus problemas y carencias
Andrés Dallos
Pero siguiendo con nuestra historia, Dios le promete a Isaac que le va a entregar la tierra que está pisando, que le va a hacer propietario del lugar por el que está pagando alquiler y le da una clave importante que no debemos dejar escapar.
Para obtener la tierra, debe vivir como forastero, es decir como un ajeno que viene de otro lugar, como alguien que no tiene derechos porque no es de allí y no hace parte del entorno natural.
Y es que cuando el cielo nos promete algo, en ese algo debemos ser forasteros, es como ir de paso, es la conciencia de entender que sólo somos administradores y no dueños, es tener claridad que eso no puede remplazar al Dios que nos prometió lo que tendríamos.
La mejor manera de poseer lo que Dios tiene para nosotros es comprendiendo que a la hora de la realidad, estamos de paso, nada nos pertenece y en algún momento lo tendremos que entregar.
Lo más probable es que disfrutemos de la promesa, esas bendiciones nos hagan más felices, pero entre menos te amarres y más forastero seas, más lo vas a disfrutar.
Algunos no entienden esto y cuando están al frente de un sueño, de una promesa, de una delegación, maltratan a otros, tienen celos de ser sobrepasados por alguien más, opacan a los demás para no dejar ellos de brillar.
Si fueres capaz de dejar lo que Dios te dio en algún momento, si viajas ligero de maletas, disfrutarás aun más el viaje de la vida y tendrás más de lo que te imaginaste.
Entre menos dueño te sientas, más tendrás. Por eso el juego de palabra de Jesús: «El que gana su vida la perderá, pero el que la pierde la ganará».
Si dejas que Dios sea lo más importante en tu vida, verás cómo cambia la temporada. El pasaje inicia diciendo que había hambre en la tierra, por esa razón Isaac había pensado en dejarla; es decir la habían trabajado, sembrado y no producía, pero la historia dice que Isaac después de recibir las directrices de Dios, siembra y posteriormente tiene una prosperidad impresionante, eso nos indica que, cuando tomas nuevamente esa tierra y la trabajas con la mentalidad correcta, con la motivación indicada, y con una promesa de Dios, lo estéril te producirá mucho.
¿Estás listo para vivir como forastero?